... no, no. La nena no soy yo. Es esta:
Su historia es larga y compleja.
Todo empezó un día con un cacho de barro refractario negro (...ya sabéis que me gusta mucho...).

Y, fíjate por dónde, pensé que tenía posibilidades como pieza. Sólo tenía un problema: medía 9 cm. de alto, lo cual implicaba dejarla como busto o hacer una escultura enorme (para mis costumbres) de unos 72cm., según el canon de las 8 cabezas.
Al final, tras mucho pensar y consultar aquí y allá (gracias a todos los que distéis vuestra opinión al respecto), decidí hacer la escultura de cuerpo completo (que era la idea original), venciendo a los miedos de cómo afrontar la obra.
Realicé el cuerpo por cachos, ensamblándolos con un machihembrado interno. Cuando llegué a la altura de la cabeza ¡¡¡no me valía!!!, era demasiado pequeña. ¡Oh, fatalidad!, los astros se habían confabulado contra mi: me tocó hacer otra cabeza.
El proceso lo resumo en la siguiente secuencia: