Para mi, desde luego, esto supone un reto, ya que siempre he pensado que el cuerpo humano es de los trabajos más complejos. Cada una de sus partes, de sus proporciones, músculos, huesos,... supone un reto para el aventurado ceramista (en este caso) que osa copiarlo.
Es cierto, que no es, ni mucho menos, mi primera aventura con el ser humano (vease, por ejemplo, la entrada "¡caramba con la nena!"), pero esta vez pretendo ceñirme a la realidad, no a "mi" realidad irreal.
Primero he hecho un estudio de manos, que mostraré en su debido momento. Pero, después he decidido centrarme un poco en eso que nos hace tan diferentes a unos de otros, que nos hace reconocer a una persona: la cara. Es una espinita que tengo clavada desde hace tiempo...
Mi "plan de ataque" ha sido el siguiente:
- Primero he estudiado como tratan el tema varios escultores... y he hecho una "refriega" a mi estilo.
- Con estas ideas previas he realizado un pequeño busto de 7 u 8 cm., respetando (creo) la realidad.
- Este busto lo he transformado después en un conocido personaje del cine clásico.
¡Vale, de acuerdo, no sé controlar a mi mente! Tiene vida propia, y cuando se le mete algo entre ceja y ceja... Lo reconozco, esta transformación no estaba dentro de mi plan, pero cuando estaba terminando la cabeza, le vi: allí estaban sus rasgos principales... ¿cómo no iba a intentarlo? ¿Lo conseguí? No sé. Hay quien le saca parecido y quien no. De todas formas, de esto, también sacamos un aprendizaje: hacer retrato de foto es muy difícil. Los ángulos y las medidas se toman mejor en vivo y en directo, así que...
- Tercera parte del plan: hacer un busto a tamaño natural de alguien de verdad, alguien que tenga por aquí a mano...
¡No se pierda nuestra próxima entrega de "cerámica con minúsculas".